Cine y Televisión

DIRTY DANCING, 30 aniversario

El 17 de agosto de hace 30 años se estrenó Dirty Dancing en Estados Unidos, un año después lo haría en nuestro país. Un film de bajo presupuesto y con unos protagonistas semi desconocidos que a pesar de ser vapuleado por la crítica consiguió conquistar el corazón de millones de espectadores de todo el mundo y que a día de hoy se ha convertido en todo un icono del cine musical y romántico.

Tal ha sido la repercusión que ha conseguido con el paso de los años que de Dirty Dancing se sigue sacando rendimiento hoy día y se puede comparar con fenómenos como Grease o Star Wars. Merchandaising, versiones de teatro musical, cine animado con karaoke, cine inmersivo, secuela y una remake televisivo (que al parecer no ha cumplido las espectativas) siguen manteniendo hoy día a esta pequeña película de plena actualidad.

El argumento no aportó nada nuevo, es más estaba más que explotado, la típica historia del patito feo que se enamora del macizorro y que es correspondida por obra y gracia de su belleza interior.

Ya podeis imaginar a que tipo de público conquistó, ordas de adolescentes (más féminas que machos) suspiraban por los huesos del malote Jonnhy Castle encarnado por el que entonces estaba de muy de buen ver Patrick Swayze y que quedó marcado para siempre, no se si a su pesar, aprovechó el éxito de esta película y gestionó más o menos bien su carrera posterior, no podemos decir lo mismo de Jennifer Grey que encarnó a Baby Houseman, a pesar de que no ha dejado de trabajar su carrera ha sido bastante discreta y marcada por una desafortunada operación de nariz que la dejó casi irreconocible, sus dotes como bailarina la hicieron ganadora del Mira quien baila (Dancing with the stars) americano en 2010.

La película narra el verano de Baby, una chica de 17 años de familia acomodaba, que llega a una ciudad de vacaciones a pasar unos días con su familia. Allí descubre que detras de la elegancia de los huespedes, los empleados viven de una forma salvaje y desenfrenada y marcada por la música. Entre ellos Penny y Jonnhy, los maestros de baile. Baby descubre que Penny tiene un problema y mientras «intenta solucionarlo» se ofrece a sustituirla en un número de baile que realiza con Jonnhy en un hotel cercano, para ello tendrá que aprender a bailar en tiempo record el número que ha de interpretar. Es durante estos días que Baby y Jonnhy empiezan a conocerse.

Un argumento aparentemente senzillo escondía un alegato a favor del aborto seguro y una reflexión sobre los prejuicios hacia las personas de clases sociales más bajas por parte de los sectores acomodados, pero siendo sinceros no era esa la reflexión que todas hacíamos cuando veíamos la película, eramos mucho más viscerales y nos podían los músculos.

Lo cierto es que el paso de los años no ha mermado el encanto y el poder se seducción de esta pequeña cinta y aquellos que vibramos en su día con su maravillosa música y su pequeño mensaje seguimos enganchados.

Puede que sea demasiado azucarada, puede que no aporte nada a la historia del cine pero nadie se olvidará jamas de que Baby llevo una sandía y de que Jonnhy no permitió que nadie la arrinconara.

 

Si quereis saber más aquí os dejo un par de artículos recientes y si sois como yo fan de Dirty Dancing explicarmelo en comentarios.

«Dirty Dancing, 30 años después del último baile», publicado en Cinemania.

«Porque el remake de Dirty Dancing demuestra que tenemos que dejar a los clásicos en paz», publicado en Fotogramas.

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